La gran estafa del MLC: historia de un engaño estatal en Cuba
En los últimos días, la apertura de una nueva y lujosa tienda en dólares en la exclusiva zona de 3ra y 70, en Miramar, La Habana, ha generado una ola de malestar entre los cubanos.
Este mercado, ubicado en un moderno complejo comercial asociado a GAESA, permite las compras solo con dólares en efectivo, tarjetas internacionales como Visa y Mastercard o la tarjeta Clásica.
Sin embargo, lo que ha provocado la mayor indignación es que no se aceptan pagos con las tarjetas de Moneda Libremente Convertible (MLC), creadas por el propio gobierno cubano.
Esta situación ha sido percibida como una traición más por parte del Estado, que había promovido estas tarjetas como un sistema respaldado por divisas reales.
Ahora, la ausencia de información oficial al respecto y la evidente preferencia por el dólar en efectivo han sembrado desconcierto y descontento entre la población.
El origen de las tarjetas MLC: una estrategia para captar divisas
Las tarjetas MLC surgieron en 2019 como parte de una estrategia gubernamental para absorber los dólares que los cubanos gastaban en el extranjero, especialmente en destinos como Panamá y Guyana, donde compraban electrodomésticos y otros bienes.
Estas tarjetas permitían a los ciudadanos depositar divisas en el banco y utilizarlas, bancarizadas, en forma de tarjeta, para adquirir productos en tiendas específicas dentro de Cuba.
Inicialmente, el gobierno justificó las tiendas en MLC como un recurso temporal destinado a recaudar fondos para reactivar la economía y abastecer las tiendas en moneda nacional. Pero la realidad mostró otra cara: en poco tiempo, el sistema se expandió, reemplazando casi por completo el comercio en pesos cubanos y acentuando las desigualdades sociales.
De la promesa a la realidad: la desconfianza crece
Aunque las cuentas en MLC se promocionaron como respaldadas por dólares reales, con el tiempo quedó claro que este respaldo no era más que una ficción. Los dólares depositados se utilizaron para otros fines, dejando las cuentas como simples números sin valor real.
La introducción de la «Clásica», una tarjeta bancaria destinada a captar dólares directamente, y la reciente inauguración de tiendas como la de 3ra y 70, que rechazan los pagos en MLC, son indicios de un cambio estratégico. Esto refuerza la percepción de que el gobierno agotó las posibilidades del sistema MLC y ahora busca nuevas formas de obtener divisas frescas.
Un patrón repetido: de las Casas del Oro y la Plata al CUC
La historia económica reciente de Cuba está marcada por episodios similares de extracción de riqueza.
En 1987, las Casas de Cambio del Oro y la Plata ofrecieron a los cubanos la posibilidad de intercambiar objetos valiosos por bonos equivalentes, los cuales podían usarse en tiendas “de lujo”. Sin embargo, estas operaciones resultaron en una pérdida masiva de patrimonio personal.
En la década de 1990, el Peso Convertible Cubano (CUC) se estableció como una moneda vinculada al dólar, pero también sufrió un proceso de desvalorización debido a la emisión descontrolada por parte del gobierno.
Finalmente, la «Tarea Ordenamiento» prometió la unificación monetaria, pero terminó por exacerbar la crisis económica, dejando a muchos cubanos con ahorros que hoy valen una fracción de su valor original.
El rentismo como modelo económico
El economista Mauricio de Miranda ha descrito la situación actual de Cuba como un ejemplo de rentismo estatal, un modelo económico basado en extraer riqueza de la población sin generar valor.
Este enfoque ha llevado a la concentración de capital en pocas manos, desalentado la innovación y perpetuado un sistema monopolístico que fija precios abusivos.
Según De Miranda, el rentismo tiene un límite: «Hasta un limón deja de dar jugo si se le exprime demasiado». Y eso es precisamente lo que está ocurriendo en Cuba, donde cada nuevo sistema implementado parece agotarse rápidamente, dejando a la población cada vez más empobrecida y desconfiada.
Una historia que se repite
La agonía de las tiendas en MLC es un recordatorio más de las contradicciones y fracasos de la política económica cubana.
Cada sistema, desde las Casas del Oro y la Plata hasta las tarjetas MLC, ha seguido el mismo patrón: una promesa inicial seguida de desilusiones y pérdidas para quienes confiaron.
Ahora, con la apertura de nuevos mercados en dólares y el abandono de las tarjetas MLC, el gobierno parece apostar por un modelo que prioriza el efectivo sobre cualquier sistema bancario.
Pero esta estrategia solo refuerza la sensación de que la economía cubana está atrapada en un ciclo de crisis y soluciones temporales que no resuelven los problemas de fondo.