¿Tiene salida la crisis económica de Cuba con el mismo sistema?
Entre 2019 y 2024, la economía cubana no solo no creció, sino que se contrajo a un ritmo promedio de casi el 2% anual. Este dato refleja un colapso profundo que va más allá de una crisis pasajera y pone en duda la viabilidad de las reformas económicas parciales. Para muchos analistas, la única salida real implica una transformación completa del sistema.
Te mostramos todos los detalles en el siguiente video:
La encrucijada de los 90: las lecciones ignoradas
Tras la caída de la Unión Soviética, Cuba enfrentó una encrucijada histórica. Las experiencias internacionales ofrecían distintos caminos. Por un lado, el fracaso del «socialismo real» en Europa del Este demostraba la inviabilidad de la economía centralmente planificada. Países como Polonia o Hungría iniciaron una transición hacia la democracia y la economía de mercado, integrándose en Europa.
Por otro lado, China y Vietnam emprendieron una ruta diferente: una radical transformación económica hacia el mercado, pero manteniendo un sistema político de partido único. Este modelo les permitió un crecimiento espectacular, multiplicando su PIB per cápita y mejorando el nivel de vida de millones de personas, aunque sin conceder libertades civiles.
Inmovilismo frente a la transformación: la parálisis cubana
Frente a estas lecciones históricas, el gobierno cubano optó por el inmovilismo, implementando solo reformas tímidas y a menudo contradictorias. Se han perdido décadas en las que se pudo emprender un cambio profundo, pero la dirigencia ha priorizado el mantenimiento del control absoluto sobre la economía y la sociedad antes que buscar una solución a la crisis.
Esta postura ha erosionado la confianza de posibles inversores y ha perpetuado un estancamiento crónico. La variación promedio anual del PIB entre 1990 y 2024 fue de apenas un 1.1%. Esta parálisis, según analistas, no responde a una defensa ideológica, sino a una estrategia para conservar el poder a toda costa.
Las cifras de un sistema productivo en ruinas
Los datos recientes evidencian el colapso de la estructura económica del país. Entre 2019 y 2024, los sectores productivos se desplomaron: el agropecuario cayó un 14.8% anual, la industria azucarera un 25.3% y la manufacturera casi un 10%. Incluso los servicios sociales, como la educación y la salud, se contrajeron.
Los únicos sectores con un ligero crecimiento fueron la construcción (1.3%) y los hoteles y restaurantes (3.2%). Esto revela una profunda distorsión, donde los escasos recursos de inversión se destinan al turismo mientras la economía productiva que genera alimentos y bienes básicos se hunde.
De las reformas económicas a la transformación sistémica
El consenso entre muchos economistas es que el tiempo de las reformas exclusivamente económicas ya pasó. El problema es sistémico y el gobierno actual carece de credibilidad para liderar un cambio real. Las instituciones no son representativas y el Partido Comunista se ha convertido en el principal freno para el desarrollo.
La evidencia sugiere que la única alternativa al colapso es una transformación total del sistema político y económico. Esto implicaría pasar de un modelo totalitario a uno democrático con un Estado de derecho, y de una economía centralizada a una de mercados regulados que fomenten la competencia y combatan la corrupción. La disyuntiva ya no parece ser entre tipos de reformas, sino entre el estancamiento y un cambio integral.