Rusia promete arreglar la crisis eléctrica de Cuba: ¿fin de los apagones?
La crisis del sistema eléctrico cubano, marcada por apagones diarios que afectan la vida de millones, podría enfrentar un nuevo capítulo. El gobierno de Rusia se ha comprometido a intervenir para modernizar la infraestructura energética de la isla, una promesa que genera tanto esperanza como un profundo escepticismo entre la población.
El acuerdo energético firmado en San Petersburgo
La noticia se dio a conocer durante el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, un evento clave para la política exterior y económica de Rusia. Allí, el Ministro de Energía ruso, Serguéi Tsiviliov, se reunió con el Ministro de Comercio Exterior de Cuba, Oscar Pérez-Oliva, para sellar el compromiso.
El plan presentado por la parte rusa consiste en dos acciones principales. Primero, la construcción de una nueva unidad generadora de 200 megavatios (MW). Segundo, la reparación capital de otras tres unidades existentes, cada una con una capacidad de 100 MW. En total, el proyecto busca recuperar o añadir 500 MW a la red eléctrica nacional. Desde Moscú también se mencionó la aplicación de «tecnologías avanzadas» e «inteligencia artificial» para optimizar el sistema.
Contexto: una alianza geopolítica renovada
Este acuerdo no es un hecho aislado, sino que forma parte de un acercamiento estratégico entre La Habana y Moscú. En un momento en que Rusia enfrenta el aislamiento y las sanciones de Occidente, busca fortalecer sus alianzas. Cuba, como en tiempos de la Unión Soviética, resurge como un socio clave en el Caribe.
Para el gobierno cubano, esta alianza representa un importante respaldo político y una narrativa de solución externa a los problemas internos. El convenio energético se enmarca en un plan de inversión ruso más amplio, que teóricamente abarcaría sectores como el turismo y la agricultura, consolidando una creciente dependencia.
Análisis: ¿Son 500 MW la solución real?
Poner en perspectiva la cifra de 500 MW es fundamental. En días de alta demanda, especialmente en verano, Cuba necesita más de 3,000 MW para operar sin interrupciones. Sin embargo, con un sistema de termoeléctricas obsoleto y averiado, la capacidad de generación real apenas supera los 2,000 MW. El déficit diario, causa directa de los apagones, suele oscilar entre 600 y más de 1,000 MW.
Por tanto, aunque 500 MW aliviarían significativamente la situación, no resolverían el problema de raíz. Además, la construcción de una nueva central eléctrica es un proceso que puede tardar entre 3 y 5 años, por lo que no es una solución a corto plazo para los cortes de luz de mañana.
Incertidumbre, deuda y promesas pasadas
La principal interrogante que surge es el financiamiento de estas obras. Aunque se habla de «inversión», estos proyectos suelen materializarse a través de créditos que aumentan la ya considerable deuda de Cuba con Rusia. Esto podría cambiar un problema de falta de electricidad por una dependencia económica y política a largo plazo.
Asimismo, la desconfianza pública se alimenta de un largo historial de promesas incumplidas. Proyectos anunciados en el pasado, desde la exploración petrolera hasta la finalización de infraestructuras, a menudo han quedado en titulares sin traducirse en una mejora tangible para el ciudadano. La viabilidad de implementar «inteligencia artificial» en una red con una infraestructura tan deteriorada es, como mínimo, cuestionable. Mientras tanto, la población sigue enfrentando la parálisis de su vida cotidiana por la falta de electricidad.