Mercado negro de sangre en Cuba: la nueva crisis sanitaria

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La crisis del sistema de salud en Cuba ha alcanzado un nuevo nivel crítico con la aparición de un mercado negro de sangre. Ante la escasez en los hospitales, los cubanos se ven obligados a comprar bolsas de sangre para sus familiares, un hecho que evidencia el colapso del sistema de donaciones voluntarias.

Te mostramos todos los detalles en el siguiente video:

Un mercado negro para la vida: los precios de la sangre

La escasez de reservas de sangre en los centros de salud ha generado una nueva y peligrosa realidad. Cuando un paciente necesita una transfusión para una operación urgente, es común que el personal médico informe a la familia que no hay disponibilidad y que deben «resolver». Este término se ha convertido en sinónimo de recurrir al mercado ilegal.

Las tarifas para conseguir una bolsa de sangre fluctúan dependiendo de la provincia y la urgencia. Fuentes ciudadanas reportan precios que van desde los 5,000 y 8,000 hasta los 12,000 pesos. En algunos casos, se han llegado a pedir artículos de alto valor, como un teléfono celular, a cambio.

El colapso del sistema de donación en cifras

La situación es reconocida indirectamente por las autoridades. La doctora Sonia Sánchez, jefa de un hospital, admitió públicamente que sus reservas de sangre llegaron a cero en un día reciente. A nivel nacional, la caída en las donaciones supera las 100,000 en los últimos tres años, un dato que confirma la magnitud del problema.

En provincias como Sancti Spíritus, durante el año pasado faltaron casi cuatro de cada diez bolsas de sangre necesarias. Como respuesta a esta crisis, el gobierno ha lanzado una «Jornada Nacional de Donación de Sangre», una medida que muchos interpretan como la admisión pública de que el sistema ha tocado fondo.

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Del orgullo cívico a la promesa rota

Hubo un tiempo en que la donación de sangre en Cuba era un acto de orgullo cívico y un pilar del sistema revolucionario. Los diplomas de donante se exhibían en los hogares y el «Movimiento Nacional del Donante de Sangre Voluntario», organizado por los CDR, garantizaba una participación masiva, inspirada en gestos como los de Fidel Castro donando sangre para las víctimas de un terremoto en Perú en 1970.

Este sistema funcionaba como un pacto social: el ciudadano donaba su sangre de forma altruista y, a cambio, el Estado garantizaba un sistema de salud gratuito y de calidad. Sin embargo, ese pacto se ha roto. La percepción generalizada de hospitales desabastecidos y sin condiciones mínimas ha erosionado la confianza, y lo que las autoridades llaman «pérdida de valores» es, para muchos, una respuesta a una promesa traicionada.

La sombra de un negocio: ¿qué pasó con la sangre donada?

Además del colapso logístico, sobre el sistema pesa una duda más grave. Durante años, medios de comunicación fuera de Cuba han publicado denuncias que sugieren que el gobierno cubano pudo haber utilizado la sangre donada por el pueblo para fabricar hemoderivados y venderlos en el mercado internacional, generando divisas.

Aunque estas denuncias no han sido confirmadas oficialmente por el Estado, la mera sospecha de que el gesto más solidario de la ciudadanía pudo ser mercantilizado representa una traición profunda. Así, la imagen actual de un cubano pagando miles de pesos por sangre es el símbolo final de una confianza rota y la inversión de un valor que alguna vez fue sagrado para el país.

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