Colapso en cementerio de Santa Clara obliga a enterrar muertos en otros municipios
El colapso de los cementerios cubanos a raíz del aumento de casos de fallecidos por la COVID-19, no es una noticia nueva. Autoridades de Guantánamo, Villa Clara, Pinar del Río, Las Tunas, Ciego de Ávila y Cienfuegos han reconocido que han debido apurar las labores de ampliación de los camposantos porque el número de enterramientos ha aumentando aceleradamente.
Sin embargo, hasta el momento, casi todas las personas que morían en un territorio podían ser enterrados en estos. Pero los residentes de Santa Clara se han visto obligados a enterrar a sus familiares en cementerios de otros municipios por no tener espacio suficiente en el de la cabecera provincial San Juan de Dios.
Un reportaje de la prensa local reveló que en esa ciudad el principal camposanto se encuentra colapsado debido al ritmo de 30 o 40 sepulturas diariamente.
“Hemos tratado de hacerlo en cabeceras municipales, como Placetas, Cifuentes, Manicaragua, pero desde la noche del pasado domingo tuvimos que desplazar los enterramientos a poblados como Mata y Calabazar de Sagua”, confesó Nilka Ramos Méndez, directora provincial de Servicios Comunales.
Las autoridades reconocieron que algunas personas no están de acuerdo con dar sepulcro a sus seres queridos en sitios lejanos, dada la idiosincrasia del cubano de visitar las tumbas y ponerles flores y velas en fechas escogidas como aniversarios de nacimiento y muerte, o día de las madres y los padres.
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“Con todo el respeto al duelo de los familiares, les comunicamos la situación, comprendemos las reacciones negativas; pero no nos queda otra alternativa. Les aseguramos un ómnibus para que asistan al sepelio, y podrán traer los restos a Santa Clara cuando los exhumen dentro de dos años”, dijo Nilka a Vanguardia.
El número de fallecidos en Villa Clara se ha cuatriplicado en lo que va de año, según revela el trabajo periodístico. Esta compleja situación no solo provoca el colapso de los cementerios sino también de otros recursos a disposición de los cortejos fúnebres como los ataúdes, disponibilidad de recursos humanos y materiales para realizar los enterramientos, y transportes especializados para transportar cadáveres.
“Con todo el respeto que merecen las víctimas y sus seres queridos, hemos dignificado estas sepulturas: están delimitadas por un borde de cemento, todas tendrán sus cruces y la identificación, y estamos haciendo aceras para que los familiares no tengan que caminar sobre la tierra. Luego, podrán venir a pintar, poner flores o lo que decidan», aclaró la funcionaria.
La situación también resulta tensa por las limitaciones del incinerador provincial, que solo permite la quema de un cadáver cada 3 horas.
“Se trata de un equipo de alta tecnología que requiere un cuidado especial, con pausas para descanso y mantenimiento. Al principio admitíamos a todos los casos, y muchas veces nos excedíamos, pero para protegerlo tenemos que limitarnos a ocho turnos diarios”.
El cementerio general San Juan de Dios, de Santa Clara fue construido en el siglo XIX y, más del 50% del espacio corresponde a bóvedas particulares. Aunque su ampliación ha sido una necesidad desde hace años, las labores no habían podido concretarse. El aumento de los casos de fallecidos en los últimos meses no solo apuró su ampliación, sino que no es suficiente.
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