El ministro de turismo miente: Cuba invierte en hoteles vacíos
Mientras el ministro de Turismo, Juan Carlos García Granda, afirma que los beneficios del sector se destinan a la «prosperidad del pueblo», los datos oficiales revelan una realidad distinta. La inversión en turismo en Cuba se ha disparado, contrastando agudamente con la crisis de servicios básicos y la escasez que afecta a la población.
Te mostramos todos los detalles en el siguiente video:
Datos oficiales: la abrumadora inversión en turismo
Las cifras de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) para 2024 son contundentes. El gobierno cubano destinó el 37.4% de la inversión total del país a servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler, un sector dominado por la construcción de hoteles y restaurantes.
Esta cifra representa una inversión 11 veces superior a la suma de lo destinado a Salud Pública y Educación. En términos monetarios, el sector turístico recibió casi 37 mil millones de pesos, mientras que a Educación se asignaron menos de mil millones, un recorte del 26% respecto al año anterior. A la Salud Pública le correspondieron apenas 1,977 millones de pesos.
La disparidad es aún más alarmante si se compara con el sector agrícola, fundamental en medio de una crisis alimentaria. La agricultura recibió 2,671 millones de pesos, lo que significa que la inversión en turismo fue 14 veces mayor.
Una apuesta fallida: hoteles vacíos y una economía estancada
Expertos señalan que esta estrategia de inversión masiva no solo es desproporcionada, sino también ineficaz. El economista Emilio Morales califica la política como una «inversión multimillonaria y descabellada», destacando que se construyen hoteles de lujo sin cesar mientras la tasa de ocupación hotelera apenas alcanza entre un 10% y un 15%. El dinero, en la práctica, se está enterrando en infraestructuras que permanecen vacías.
El modelo de gestión, centralizado en el conglomerado militar GAESA, tampoco está diseñado para beneficiar a la economía interna. La construcción y operación de estos hoteles de lujo dependen en gran medida de importaciones, desde materiales de construcción hasta los alimentos y bebidas que se sirven a los turistas.
Esto implica que la gigantesca inversión no genera un impulso significativo en la producción nacional ni en el empleo local, sino que drena divisas y recursos que podrían destinarse a otros sectores.
El «costo de oportunidad» de la prioridad turística
El economista Miguel Alejandro Hayes advierte sobre el enorme «costo de oportunidad» de esta política. Todo el capital invertido en hoteles se podría haber utilizado para modernizar la agricultura, resolver la crisis energética, reparar infraestructuras vitales o, en definitiva, mejorar directamente la calidad de vida de los ciudadanos.
Un dato revelador evidencia el fracaso del modelo: Cuba cuenta hoy con una cantidad de habitaciones de hoteles de cinco estrellas similar a la de República Dominicana. Sin embargo, este último país recibe casi cinco veces más turistas. El costo de mantener hoteles de lujo ha sido, según analistas, el deterioro del resto de la economía.
Un sector en picada que no cumple las metas
A pesar de la propaganda oficial, la realidad del turismo en Cuba es sombría. Los datos más recientes de la ONEI de principios de 2025 muestran una caída del 27.6% en la llegada de turistas internacionales. Con ello, el gobierno acumula tres años consecutivos incumpliendo sus propias metas de visitantes.
Aunque el embargo de Estados Unidos es un factor, analistas como el exdirector del Centro de Estudios de la Economía Cubana, Omar Everleny Pérez, señalan las «deficiencias críticas» de la propia industria. La describen como «una locomotora sin vagones», con una oferta de servicios pobre y de baja calidad en comparación con destinos competidores como Cancún o Punta Cana.
La conclusión de los expertos es que la prosperidad mencionada por el ministro no llega al cubano de a pie. La prioridad, calificada por el economista Pedro Monreal como «torcida», sigue puesta en el brillo de hoteles vacíos por encima de las necesidades básicas de la población.